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Los pacientes con dermatitis atópica habitualmente acuden a consulta durante el período de brote. El médico:
- prescribirá un tratamiento,
- indicará su duración,
- dará una serie de indicaciones sobre el cuidado de la piel, aconsejando los productos que crea más adecuados para la higiene y la hidratación.
Además, debe asegurarse de que la persona afectada (o la familia, en caso de pacientes pediátricos) entiende la evolución natural de la dermatitis atópica en forma de brotes. De esta manera se puede evitar que ante brotes de características similares el paciente deba acudir repetidamente a la consulta, pues el propio paciente sabrá como tratarse.
Por otra parte, es de igual o mayor importancia insistir en la necesidad de realizar unos cuidados de mantenimiento en los períodos entre brotes, para intentar lograr que éstos aparezcan con menor frecuencia y duren el menor tiempo posible.
Cuidados de mantenimiento para reducir los brotes de dermatitis
1. Hidratación diaria y elección de productos de higiene
Se ha demostrado que la aplicación de cremas o lociones emolientes adecuadas junto al uso de productos de higiene sin detergentes reducen la frecuencia de los brotes de dermatitis atópica y disminuyen el picor crónico que las personas con piel atópica presentan (recomiendo ver el apartado “Composición de los productos para la atopia” de esta misma web). Es imprescindible que la persona afectada entienda que su piel es deficitaria en grasas protectoras y que las debe conseguir mediante la hidratación cutánea diaria, pues es habitual que sólo vean la necesidad cuando presentan lesiones activas en forma de eczema.
2. Inmunización frente a alérgenos
Cuando hay una alergia que pueda justificar los síntomas de la atopia, puede ser conveniente “vacunar” al paciente frente a esa sustancia, de forma que pueda tolerar los ambientes en los que evitar el alérgeno sea especialmente difícil (esto es de especial interés en las alergias al polen en primavera o en caso de alergia a pelos de mascotas).
3. Evitar factores desencadenantes
En anteriores entradas del blog hemos hablado sobre tratamiento y prevención de la dermatitis atópica; conviene remarcar que, además de evitar aquellos productos a los cuales se sea reconocidamente alérgico, es recomendable reducir el tiempo y temperatura de la ducha o el baño, evitar aguas muy cloradas como las de ciertas piscinas, tejidos sintéticos, exceso de sudoración, calefacción excesiva, situaciones estresantes, etc… Las personas afectadas suelen controlar a la perfección cuales son los factores que a ellos en particular les afectan y procuran evitarlos.
4. Terapias tópicas de mantenimiento
Hay casos en los que, a pesar de realizar unos cuidados de mantenimiento estrictos, el número de brotes es alto y se tarda tiempo en lograr frenarlos. La persona afectada no es capaz de mantenerse libre de lesiones sin recurrir a la medicación. En estas situaciones puede ser necesaria la llamada terapia tópica discontinua de mantenimiento. Por lo general consiste en emplear el mismo medicamento tópico que controla el brote (corticoide, tacrolimus, pimecrolimus) mediante aplicaciones separadas, 2 o 3 veces por semana, en lugar de a diario, que es como se aplican en el brote. Esta terapia suele lograr espaciar los brotes y reducir su intensidad, minimizando los efectos secundarios de la medicación, pues a pesar de emplearse durante períodos largos de tiempo, se usan a dosis bajas.
5.Otras terapias de mantenimiento
En casos de dermatitis atópica moderada o severa, los brotes pueden haber sido tratados con medicación sistémica (oral o inyectables) o fototerapia (cabinas de radiación ultravioleta). En estas circunstancias, las terapias de mantenimiento tópicas pueden resultar insuficientes para mantener al paciente libre de la afectación. Por ello se puede recurrir a las llamadas terapias intermitentes de medicación sistémica, o pautas de mantenimiento de fototerapia. Del mismo modo que con las terapias tópicas, lo que se pretende es hacer un tratamiento de mantenimiento con dosis mínimas de la medicación que le fue útil a una persona con piel atópica en su período de brote.
Estas terapias medicamentosas siempre deben ser aconsejadas y supervisadas por el dermatólogo, que valorará la duración y la forma de administración.
Conclusión
La dermatitis atópica es una afectación crónica que cursa en forma de brotes cuya frecuencia y duración es variable. De la misma manera que cuando hay lesiones es imprescindible realizar el tratamiento médico recomendado, en los períodos libres de lesiones es fundamental realizar unos cuidados de mantenimiento de la piel. Cuando la dermatitis se manifiesta con brotes leves y poco frecuentes, suele ser suficiente el uso de emolientes y geles formulados especialmente para pieles atópicas. En caso de ser recurrente, pueden emplearse pautas de terapia medicamentosa de mantenimiento, pero siempre bajo control dermatológico.
Isabel Martínez de Pablo
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