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Higiene personal en los niños
La higiene personal incluye las diferentes técnicas de aseo, limpieza y cuidado de nuestro cuerpo. La higiene es necesaria para la piel de los niños porque mejora su salud y bienestar, previene la aparición de enfermedades -especialmente las infecciosas-, facilita las relaciones interpersonales y contribuye a una imagen positiva de sí mismos.
6 hábitos de higiene a enseñar a los niños
Existen 6 hábitos de higiene que se repiten periódicamente que progresivamente debemos enseñar a los niños. El aprendizaje es progresivo, por eso los adultos tenemos que acompañarles en este proceso para incrementar poco a poco su autonomía en el autocuidado.
Los 6 hábitos de higiene básicos son:
1.Cepillado y limpieza del cabello:
El cabello debe peinarse y mantenerse limpio, pues al igual que la piel, retiene sustancias del ambiente y acumula partículas grasas.
2.Cepillado de los dientes.
El cepillado sistemático desde que aparece el primer diente es de vital importancia para evitar las caries y para facilitar que los dientes definitivos sean sanos.
3.Lavado de manos.
Es quizá uno de los hábitos más importantes porque está demostrada su relación directa con la propagación de las infecciones. En su afán de explorar el mundo, las manos infantiles precisan pasar por agua y jabón varias veces al día. El lavado de manos debería realizarse como mínimo: al llegar a casa, antes de comer, después de ir al baño, antes de preparar o servir alimentos, después de jugar o de tocar dinero o animales.
4.Limpiarse y cortarse las uñas.
Las uñas pueden limpiarse con cepillos especiales destinados a ellos, y mantenerse en lo posible cortas, ya que es un lugar donde con frecuencia se acumulan bacterias y virus.
5.Ducha o baño.
La piel está expuesta a agentes contaminantes, superficies sucias y a secreciones corporales. Aunque el nivel de “suciedad” puede ser variable en función de la persona y las actividades del día, la ducha debería ser diaria, salvo en casos concretos como en el baño del bebé muy pequeño o en determinados tipos de piel -como algunos atópicos- más susceptibles a empeorar con el agua y los jabones.
6.Higiene tras orinar o realizar deposiciones.
La zona genital y perineal debe limpiarse después de ir al baño. Tras aprender a controlar esfínteres y retirada del pañal, tendremos que enseñarles a mantener esta zona limpia.
Enseñar hábitos de higiene a los niños
El aprendizaje de los hábitos de higiene corporal es un proceso progresivo que los niños irán adquiriendo pero en el que necesitan nuestro acompañamiento. Este acompañamiento será más o menos duradero en función de las capacidades y la motivación del niño o de la niña, pero también de la dificultad de la “técnica” que se esté aprendiendo.
La adquisición de la autonomía es un proceso progresivo, en el que se “trabaja” diariamente. Las rutinas en el día a día facilitan el seguimiento de los pasos a seguir. Es interesante explicarles qué hacemos paso a paso, y también por qué lo hacemos. Todo ello en un lenguaje adaptado a su edad.
Como los padres somos el espejo en el que los niños se miran, debemos ser un ejemplo en el cuidado de nuestra propia higiene corporal. Si ven que no nos lavamos los dientes de forma regular, ellos tampoco lo van a hacer.
Enfocarlo de una forma lúdica y poniéndolo juntos en práctica resulta muy beneficioso.
Conseguir lavarse bien el pelo -sin dejar restos de champú para dermatitis o de crema suavizante- o un correcto cepillado de dientes -algo no tan sencillo como a priori puede parecer- pueden requerir que los padres acompañemos a los niños hasta los 6-8 años. En los ejemplos citados, “repasando” algunas zonas o simplemente dando el “visto bueno”.
La hidratación en los niños
Un porcentaje muy importante de nuestro cuerpo está formado por agua. El agua debe ir renovándose constantemente, algo que se regula a través del mecanismo de la sed.
Para una buena hidratación de la piel se necesita una adecuada entrada de agua desde el exterior a través de la ingesta.
En el caso de niños muy pequeños o personas con movilidad reducida o dificultades cognitivas, es función de los cuidadores ofrecer agua de forma regular, especialmente cuando hay pérdidas o cuando hace calor.
En el caso de pieles sanas y que no han sufrido “agresiones” no siempre es necesario aplicar cremas hidratantes.
No obstante, las “agresiones” a la piel son frecuentes en los niños. De hecho, el mismo baño frecuente que recomendamos por una cuestión de higiene resulta en ocasiones perjudicial para la hidratación cutánea, ya que algunos jabones son abrasivos para la piel y eliminan la capa lipídica protectora. El frío, el cloro de la piscina o la exposición al sol también pueden condicionar que la piel esté más seca de lo normal. Y por supuesto es un problema habitual en pieles sensibles o atópicas.
En todos estos casos de irritación o sequedad, la aplicación de cremas hidratantes facilita la regeneración y restitución del equilibrio de las capas de la piel.
Un buen momento para aplicar la crema hidratante es justo después del baño: tras el secado suave, cuando la piel está todavía un poco húmeda, la absorción de la crema se realizará de forma óptima.
Dra. Amalia Arce
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