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La piel de los niños en general, y en especial la de los niños con piel atópica, es sensible a los cambios de temperatura y a las características del tiempo de las diferentes estaciones del año. Independientemente de que estemos en un momento de brote o no, los cambios pueden determinar la aparición de diferente tipología de lesiones en la piel. Y obviamente desencadenar que regresen los brotes de dermatitis atópica o eccemas.
Típicamente la dermatitis atópica empeora en otoño y en invierno y mejora durante el verano y el calor, pero en cada una de las estaciones son necesarios unos cuidados específicos determinados por la exposición al sol y al aire libre, las temperaturas y los grados de humedad, así como la ropa que se suele llevar en cada época del año.
La piel en primavera
La primavera suele ser la época del año que más temen las personas alérgicas. Es el momento en el que se produce la polinización de numerosas especies vegetales y los niveles de polen se van incrementando.
Aunque existe relación entre la sensibilización a los alérgenos que ocasionan problemas respiratorios y la dermatitis atópica, no todos los niños con dermatitis atópica sufren también de asma o de rinitis causada por pólenes.
No obstante los pólenes pueden depositarse sobre la piel y castigarla, sobre todo en niños que tienen un hábito atópico.
Aunque con la llegada del buen tiempo los brotes de atopia pueden mejorar, no es extraño seguir notando picor en la piel debido a los pólenes. Para que el momento del descanso sea más placentero, el baño a última hora del día con agua templada puede ser una buena idea.
Piel atópica en verano
La exposición al sol tiende a mejorar la dermatitis atópica, con lo que muchos niños suelen tener la piel mejor en esta estación que en ningún otro momento del año.
Por otro lado, la protección frente a las radiaciones solares es necesaria como en toda la población infantil. Utilizar productos solares específicos para la piel atópica es preferible ya que nos aseguramos que las sustancias empleadas en estos productos no sean irritantes para la piel más delicada.
Al salir del agua del mar o de la piscina, se recomienda un buen aclarado para eliminar la sal y el cloro de la piel. Posteriormente volveremos a aplicar el fotoprotector o una crema hidratante adecuada si ya ha finalizado la hora del chapuzón.
En verano, se producen también cambios de temperatura por la presencia de aires acondicionados que a menudo están a una elevada potencia y por la sudoración. Ambas situaciones son capaces de desencadenar la aparición de lesiones típicas de un brote de atopia en verano.
Dermatitis atópica en otoño
Con la llegada de las primeras bajadas de temperatura, las pieles atópicas empiezan su “peregrinaje” anual. Es interesante no bajar la guardia después de la buena época que suele suponer el verano, manteniendo la hidratación y la utilización de productos para la piel atópica, con el fin de prolongar el tiempo sin brotes.
No obstante, hay otoños -o parte de ellos- que son calurosos (los “veroños”): utilizar la ropa de abrigo antes de tiempo da calor. El calor hace sudar y facilita el brote.
El final del verano y el otoño se acompaña del inicio escolar y con él las rutinas y las nuevas situaciones. Si existe cierto estrés, el picor de la piel está casi siempre asegurado.
La vuelta al cole conlleva para muchas familias estrenar ropa nueva, por lo que se tiene que intentar que los tejidos sean adecuados, evitando si es posible la fibra sintética, y cortar las etiquetas para que no rocen las delicadas pieles de los más pequeños. Estas son algunas medidas que ayudarán a proteger la piel.
Unas lesiones típicas del otoño son unas zonas redondeadas blanquecinas que especialmente aparecen en la cara. Son conocidas como pitiriasis alba y son más frecuentes en pieles oscuras o bronceadas. Muchas personas creen que son hongos cuando en realidad son zonas castigadas por el sol y la deshidratación. La hidratación exhaustiva es el único tratamiento necesario… ¡y tenerlo en cuenta para una buena hidratación y fotoprotección el verano siguiente!
Piel atópica en invierno
La época del año en la que se producen más brotes atópicos es en invierno. El frío predispone a la sequedad de la piel. Intensificar los tratamientos y cuidados de la piel es imprescindible en esta época del año.
Evitar el exceso de abrigo, una calefacción muy fuerte o que reseque mucho el ambiente y la ropa ajustada son premisas a tener en cuenta para tener los brotes a raya también durante el invierno.
Dra. Amalia Arce
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