Podemos definir la atopia como una predisposición genética al desarrollo de síntomas en diversos órganos (dermatitis, asma, conjuntivitis, alteraciones digestivas) por un mecanismo de especial y extrema sensibilidad del sistema inmunológico. En ocasiones se identifica con una alergia debido a que los pacientes atópicos tienen con mayor frecuencia alergias, pero esto no siempre se produce, y parece que las alergias, más que ser la causa de la atopia, son una consecuencia.
A nivel cutáneo la atopia se manifiesta con una triple sintomatología característica: piel seca, picor y eczemas.
En la corrección de estos síntomas se va a basar tanto el tratamiento de los brotes de la dermatitis atópica como su prevención.
¿Cómo se trata la dermatitis atópica?
El tratamiento se basa fundamentalmente en:
- La restauración de la barrera lipídica cutánea: es básica la elección de un buen producto emoliente de uso diario que cumpla los siguientes criterios: que ofrezca a la piel las grasas necesarias para restaurarla (básicamente Omega 3 y 6, ácidos linoleico y linolénico), que carezca de sustancias sensibilizantes (colorantes, perfumes, alcoholes, etc…) y que inhiba en lo posible el desarrollo de gérmenes patógenos como el estafilococo, respetando la flora natural de la piel. En los casos más leves, una buena crema hidratante puede ser el único tratamiento necesario.
- Reducir el picor y el eczema: el tratamiento de elección son los corticoides tópicos para dermatitis atópica. Su selección va a depender de varios factores como la edad del niño, la localización y extensión de las lesiones y la aparición de otros signos asociados como la sobreinfección o fenómenos de rascado crónico. Existen también otros productos de naturaleza no corticoidea como el tacrólimus y el pimecrólimus, con empleo autorizado en niños. Estos productos suelen emplearse en caso de falta de respuesta o abuso del corticoide, pues su respuesta es por lo general más lenta y tampoco están exentos de efectos secundarios.
Cuando el tratamiento tópico no es suficiente para paliar el picor, se administran antihistamínicos orales, y en casos excepcionales corticoides orales, antibióticos (si hay sobreinfección) o inmunosupresores.
¿Cómo puedo prevenir la dermatitis atópica?
- Prevención de brotes en el niño ya diagnosticado: Es importante mantener un buen estado de la barrera cutánea, empleando no sólo productos emolientes como los descritos en el apartado del tratamiento, sino también eligiendo de forma adecuada los productos de higiene, como geles, aceites y champús para piel atópica. Debemos optar por productos sin jabón o syndet, perfumes ni sulfatos. El tratamiento precoz de los brotes, al reducir el rascado y la inflamación, previene el desarrollo de dermatitis atópica persistente. Si el niño presenta brotes de forma persistente a pesar de una hidratación adecuada, puede ser conveniente usar tratamiento corticoideo tópico en dos aplicaciones semanales, siempre bajo supervisión médica (llamada terapia de mantenimiento). Y hay que aprender a evitar factores desencadenantes. Es primordial evitar en la medida de lo posible estos factores, como baños excesivos o demasiado calientes, tejidos sintéticos, sustancias químicas que puedan entrar en contacto con la piel (perfumes, suavizantes, material escolar o de juego), estrés emocional, y, evidentemente, en caso de alergia demostrada se debe evitar la ingesta o el contacto con la sustancia en cuestión.
- Prevención prenatal: Se puede intentar prevenir el desarrollo de una dermatitis atópica desde la gestación. El recién nacido va a tener un riesgo aumentado de ser atópico si sus padres o hermanos lo son. Se ha visto que la ingesta de pre y probióticos por la embarazada puede reducir el riesgo de atopia en el recién nacido y evitar el desarrollo de dermatitis atópicas severas. Respecto a otras modificaciones de la dieta, no hay datos concluyentes actualmente.
- Prevención en el recién nacido y lactante: la lactancia materna exclusiva durante los 6 primeros meses se ha postulado durante años como un factor protector frente al desarrollo de atopia en recién nacidos con riesgo. Sin embargo, estudios recientes aseguran que la introducción de alimentos sólidos a partir del 3er mes, junto a la prolongación de la lactancia materna más allá del 5º mes, aumentan la tolerancia y reducen el riesgo de atopia y de alergia asociada. También, proteger la barrera cutánea, hidratando con productos adecuados, antes incluso de desarrollar signos de dermatitis, puede prevenir el desarrollo de síntomas, e incluso de alergias.
En conclusión, tanto para el tratamiento como para la prevención de la dermatitis atópica es imprescindible el uso de productos hidratantes adecuados. Su empleo habitual, junto con un tratamiento médico precoz de los brotes, ayuda en el control de los síntomas y puede evitar el desarrollo de complicaciones asociadas a la atopia.
Isabel Martínez de Pablo
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